La tristeza forma parte de la vida. Es una emoción tan necesaria para nosotros como lo es la alegría o el miedo. Tiene sus funciones como puede ser la reflexiva e inducción al cambio. Es normal que ante circunstancias adversas que nos ocurran en la vida nos encontremos tristes. Es normal y necesario, y no es preciso tratarlo, a no ser que se trate de una sintomatología muy intensa que llegue a bloquearnos y nos impida conseguir nuestro objetivo de poder afrontar la situación en la que nos encontremos. En este caso el objetivo sería que fuese un apoyo para poder estar presentes en la situación (no para huir de ella).

Sin embargo, hay veces que la tristeza forma parte de un cuadro clínico llamado depresión. La depresión es una enfermedad, en la que además de tristeza, aparecen otros síntomas tales como cansancio y falta de energía, ausencia de ilusión, miedo, irritabilidad, dificultad en la concentración, pensamientos negativos, alteraciones en el sueño, en el apetito y un largo etcétera... Este cuadro no tiene por qué tener una causa que lo origine y sí es necesario tratarlo, ya sea con psicoterapia y/o con fármacos antidepresivos.

Para el diagnóstico de depresión es necesario acudir a un médico, y hay que descartar algunas causas físicas, como alteraciones hormonales o anemia. Será el médico de familia o el psiquiatra el que decida el antidepresivo más apropiado en función de los síntomas que predominen, de las características de la persona y de sus antecedentes médicos.