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Copia de Maria Correa 2024 (16)

Autoexigencia

La autoexigencia, cuando es equilibrada, nos impulsa a crecer y a alcanzar nuestras metas. Sin embargo, cuando es excesiva, se convierte en una fuente de agotamiento emocional y estrés.


El reto de hoy te invita a reflexionar sobre cómo manejas tus expectativas y a trabajar en una relación más saludable contigo mismo.

La autoexigencia se convierte en una espiral de deberías y como consecuencia:

Nos sobrecargamos de responsabilidades.

Pensamos que nunca es suficiente.

Nunca estamos satisfechos.

Nos bloqueamos y aumenta la ansiedad

No somos capaces de reconocer lo que sí hacemos bien o hemos conseguido.

Nos cuesta disfrutar de la vida porque siempre hay cosas que hacer.

Para combatir la autoexigencia, te proponemos el siguiente ejercicio.

A partir de hoy, nos haremos la siguiente pregunta:

¿Tienes que, necesitas o quieres?

De esos “tengo que” ¿Cuáles son realmente prioridades que no pueden esperar?

De esos que has seleccionado, ¿Cuáles necesitas hacer realmente porque de lo contrario interfieren en tu vida?

Y por último, ¿Cuál quieres hacer?

Probablemente, esto te ayude a priorizar y minimizar la importancia que le concedes a muchos de esos “debería” cuando no todo está siempre al mismo nivel de importancia, exigencia, control y nivel de ejecución a conseguir en la tarea.

Claves para afrontar la autoexigencia excesiva:

Selecciona lo importante:
Aprende a priorizar lo esencial y a soltar aquello que no es indispensable. Querer abarcar todo puede llevarte a un colapso emocional.

Acepta el error como parte del proceso:
El miedo a equivocarte puede hacerte trabajar de manera obsesiva, pero los errores son oportunidades de aprendizaje, no fracasos.

Dedica tiempo al ocio y al descanso:
Incorporar momentos de pausa en tu rutina no es un lujo, sino una necesidad. Descansar te ayuda a ser más creativo y productivo.

Concéntrate en el proceso, no solo en el resultado:
Disfrutar del camino en lugar de obsesionarte con el objetivo final disminuye el estrés y mejora tu experiencia en cada tarea.

Cambia tus pensamientos autoexigentes:
Identifica frases como “debería hacerlo perfecto” o “no tengo tiempo para descansar” y cámbialas por “hago lo mejor que puedo” o “mi bienestar también es importante”.

Beneficios de gestionar la autoexigencia:

Reducción de la ansiedad: Liberarte de expectativas poco realistas disminuye la presión interna.

Mayor equilibrio emocional: Al establecer límites contigo mismo, encuentras un balance entre esfuerzo y descanso.

Más disfrute de la vida: Aprendes a valorar los pequeños logros y a vivir el presente sin la carga constante de los “debería”.

Mejor salud física: La disminución del estrés evita problemas como insomnio, dolores musculares y fatiga crónica.

Ponte en acción:

Haz una lista de tus tareas pendientes y clasifícalas como “tengo que”, “necesito” o “quiero”. Usa esta clasificación para priorizar lo esencial y soltar lo que no es urgente.