Problemas de sueño en los niños
“Mi hijo no duerme bien”, “no consigo que se vaya a dormir a la hora” o “tengo que acostarme con él para que se duerma” son algunas de las demandas principales de los padres que vienen a consulta pidiéndonos ayuda, ¿quieres saber más?
En Centro Emociones Málaga te explicamos los tipos de trastornos del sueño y os dejamos pautas para actuar.
En niños el trastorno del sueño más frecuente es el insomnio, y afecta entre el 20% y 30% de la población infantil preescolar, desde lactantes de 6 meses hasta la primera infancia, alrededor de los 6 años.
En términos clínicos, el insomnio es la dificultad que tiene el niño de iniciar o conciliar el sueño solo o cuando tiene frecuentes despertares durante la noche. Tras estos despertares les es imposible volver a conciliar el sueño y si lo hacen es durante un corto periodo de tiempo. Cuando se despiertan suelen recurrir a sus padres, al verse solos e inseguros.
Las causas de este problema pueden ser varias:
- Miedo a la oscuridad. Muchos niños tienen problemas para dormirse por tener nictofobia o miedo a la oscuridad. Esto se caracteriza por un miedo irracional a permanecer en la oscuridad, y es frecuente que lo relacionen con la aparición de monstruos o criaturas fantasiosas que puedan hacerle daño.
- Hábitos incorrectos del sueño. Durante el primer año de vida, el menor aprende unos hábitos de sueño. En ocasiones uno de estos hábitos es dormir con sus padres o en otra habitación que no es la suya.
- Parasomnias. Es muy frecuente que el insomnio esté provocado por una pesadilla o terror nocturno, existiendo varios tipos de parasomnias:
- Pesadillas. Se caracteriza por un despertar repetido durante el periodo de sueño mayor provocado por sueños terroríficos y prolongados que dejan recuerdos vividos. Al despertarse de una pesadilla suele estar orientado y despierto.
- Terrores nocturnos. Son despertares bruscos que se producen durante el primer tercio del sueño y se inician con un grito de angustia. En estos despertares aparece miedo y signos de activación vegetativa de carácter intenso. Es frecuente que tenga una falta de respuesta ante los intentos de los demás de tranquilizarse y se relaciona con la amnesia del episodio sin poder el niño describir recuerdo alguno de lo acontecido.
- Sonambulismo. Consiste en episodios repetidos en el que el niño se levanta de la cama y camina por las habitaciones en pleno sueño. En estos tiene una mirada fija y perdida y se muestra arreactivo a los intentos de los demás para establecer un diálogo y solo se puede despertar con grandes esfuerzos. No suele recordar nada del episodio.
Las consecuencias de una falta de sueño pueden afectar a su nivel anímico durante el día, a nivel cognitivo, conductual, salud y a su calidad de vida. Por otro lado, puede generar problemas familiares o incluso afectar a su rendimiento escolar o al área social.
Hábitos incorrectos
La causa más común del insomnio es hábitos incorrectos. En estos casos, se trabaja a través de la psicología del comportamiento. Estas intervenciones se basan en suponer que las conductas y creencias pueden modificarse si se modifican los estímulos que están manteniendo o precipitando el problema.
Para modificar los hábitos incorrectos, os dejamos algunas recomendaciones:
- Crear un ritual alrededor de la acción de acostarse. Este ritual debe ser algo agradable para todos y debe durar entre 5 y 10 minutos, pudiendo ser una melodía suave o un cuento tranquilo.
- Si se duerme con un adulto y se despierta por la noche, buscará ese estímulo que relacionaba con el sueño, es decir, a alguno de los padres para volver a dormir con él. Por eso es mejor que se duerma solo. Así, al despertar durante la noche, podrá dormirse solo.
- No es recomendable ver la tele o visualizar algún vídeo en tablets o móviles, ya que, además de emitir una luz que hace que los niños se activen más, no es una actividad donde pueda haber un intercambio personal. Por eso se aconseja otra actividad más tranquila.
- Una vez termine la actividad placentera y agradable para dormir, salir de la habitación y no acudir a pesar del llanto. Una vez que tiene un hábito con el que está cómodo, al intentar cambiarlo se revela e intenta recuperarlo, por ejemplo, llorar para que acudan sus padres y dormir con alguno de los dos.
En el caso de las parasomnias, ya sean terrores nocturnos o pesadillas, también se requiere de una evaluación para detectar los estímulos que están provocando en el niño esos sueños desagradables. En muchos casos se debe a problemas en el colegio, a nivel social o académico, e incluso a nivel familiar. Estos problemas pueden causar estrés o depresión e influir en su ritmo circadiano del sueño, provocando así trastornos del sueño.
¿Tenéis alguna duda?
En Centro de psicología Emociones os ayudamos y os informamos cuando lo necesitéis ya que contamos con especialistas en población infantil con amplia experiencia.