LA NECESIDAD DE EDUCAR LA TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN.
La frustración es el sentimiento que surge cuando no logramos nuestros deseos. De acuerdo a la intensidad de la frustración y a nuestras propias características personales, reaccionamos con molestia, ansiedad, depresión, angustia o enfado.
¿Qué es la baja tolerancia a la frustración?
La baja tolerancia a la frustración se da cuando un individuo se frustra fácilmente, y tiene la falta de voluntad o incapacidad necesarias para tolerar el malestar necesario a corto plazo que a veces se requiere para obtener beneficios a largo plazo.
Normalmente, cuando nos encontramos ante un niño con baja tolerancia a la frustración encontramos que sus creencias tienden a ser inflexibles, muy rígidas, ilógicas e incongruentes con la realidad. Un ejemplo de cómo un niño puede verbalizar estas creencias es:
“Si cometo un error será insoportable, no voy a poder lograr nada en la vida si en este examen no consigo obtener un 10”
Existe una hipótesis de cómo es el proceso de baja tolerancia a la frustración, consiste en:
- Un niño no puede alcanzar o hacer lo que quiere y, por lo tanto, actúa exagerando como si la situación fuese totalmente insoportable.
- La impresión que tiene el niño sobre la situación le lleva a verbalizar una serie de palabras indicadores de una baja tolerancia como: “no quiero” ,“me odio” o culpa a los demás de su situación: “es insoportable, es demasiado”,“no es justo, o no debería”
- El niño se comporta de manera inadaptada a través de renuncias, lloriqueos y/ o culpándose.
¿Cómo enseñamos a manejar la frustración?
En primer lugar, se ha de identificar la fuente del problema, para posteriormente mostrar al niño herramientas para manejar la frustración de una manera positiva. Considerando que la frustración es parte de la vida del niño, es una vivencia necesaria para crear experiencias en la vida.
Para identificar la fuente del problema, los padres se pueden realizar una serie de preguntas:
- ¿Está mi hijo demasiado cansado?
- ¿Tiene mi hijo un horario demasiado cargado de actividades?
- ¿Es mi hijo demasiado perfeccionista?
- Cuando se enfada, molesta o siente angustia. ¿Es capaz de identificar el motivo?
- ¿Estamos exigiéndole demasiado al niño?
- ¿Tiene oportunidades para el éxito?
Una vez que hemos dado respuesta a estas preguntas, cabe la posibilidad de ver que el problema se debe a una sobrecarga de actividades en el niño. Esta sobrecarga le lleva a estar siempre cansado o de mal humor. Otra posibilidad es la alta exigencia de los tutores, que involuntariamente pueden privar a su hijo de tener experiencias gratificantes de éxito. La solución ante estos problemas es sencilla, pues se basa en disminuir el número de actividades, realizar gratificaciones cuando realicen actividades y disminuir las exigencias.
Por el contrario, si observamos que el problema se debe a que nuestro es hijo es demasiado perfeccionista, autoexigente, e incapaz de identificar la fuente de su malestar… Entonces será necesario utilizar esta serie de pautas para que puedan aprender a convivir positivamente con la frustración.
Una actividad que puede gratificar tanto a padres como hijos, es aprender :
1.TÉCNICAS DE RELAJACIÓN. Es mucho más sencillo y positivo enfrentarnos a las situaciones difíciles relajados. Si conseguimos relajarnos elevaremos su tolerancia.
2.ENSEÑAR A IDENTIFICAR EL SENTIMIENTO DE FRUSTRACIÓN cuando APAREZCAN. Es necesario que los niños reconozcan sus emociones y sentimientos, y que identifiquen cada estado de ánimo por su nombre. Una forma de hacer consciente a nuestro hijo sería la siguiente:
María está enfadada porque no ha entendido un problema de matemáticas que su profesor ha enseñado en clase.
Padre: “no ocurre nada, intenta leer de nuevo los apuntes, tómate tu tiempo y piensa con tranquilidad. Este sentimiento de enfado se llama frustración"
3.ENSEÑAR AL NIÑO CUANDO DEBE DE PEDIR AYUDA. A algunos niños les cuesta pedir ayuda, mientras que otros la piden constantemente y de inmediato. Debemos enseñar al niño a encontrar la solución primero.
En primer lugar, se la dirá: “pruébalo otra vez”
Si observamos que el niño no sabe lo que tiene que hacer, y lo intenta, podría ya pedir ayuda. Debemos intentar enseñarle a evitar la frustración. ¿Qué podrías hacer en lugar de enfadarte o abandonarlo o romper en llanto?
4. REPRESENTACIÓN DE PAPELES. Se puede jugar a interpretar una situación frustrante. Por ejemplo, el niño tiene que hacer los deberes, pero quiere ir a jugar con los amigos. Primero el niño interpretará la frustración y luego lo opuesto. Se puede animar al niño a que hable consigo mismo, de forma positiva, y que busque una manera de resolver el problema.
“¿Qué le dirías a un amigo que no puede salir al parque?
Ver el problema desde otra perspectiva también ayudará.
5.REFORZAR LAS ACCIONES ADECUADAS. Es importante elogiarlo cuando retarde su respuesta habitual de ira o de llanto o de abandono.
6. MODIFICAR LA TAREA. Podemos enseñar al niño a alcanzar sus objetivos de una manera alternativa. Cuando sea posible se dividirá una tarea en pequeñas partes que puedan llevarse a cabo una a una.