GUÍA DE TARTAMUDEZ O DISFEMIA PARA PADRES
Aproximadamente, un tercio de la población de niños entre 2 y 5 años atraviesan un período de disfluencias cuando aprenden a hablar.
¿Qué es la tartamudez o disfemia?
Es un trastorno de la fluidez del habla caracterizado por frecuentes e involuntarios episodios tales como: repetición de sonidos y sílabas, prolongaciones de sonidos, bloqueos o pausas tensas, palabras fragmentadas e interjecciones. Estas alteraciones reciben el nombre de disfluencias y, comúnmente, van acompañadas de tensión muscular, miedo y estrés.
Aproximadamente, un tercio de la población de niños entre 2 y 5 años atraviesan un período de disfluencias cuando aprenden a hablar, coincidiendo con un período de gran desarrollo del lenguaje y el habla del niño, en el momento de transición de frases formadas por una o dos palabras al empleo de oraciones complejas. Sin embargo, es importante aclarar que a estas edades existe una posibilidad de remisión cercana al 80% en un período no superior a los catorce meses, pudiendo remitir en algunos a las pocas semanas. Por ello, es importante hacer una distinción entre tartamudez evolutiva y disfemia.
¿Por qué puede ocurrir esto?
El esfuerzo del niño por hablar correctamente, junto con un ambiente familiar que le pide más precisión y otros factores relacionados con la edad y el desarrollo, pueden favorecer la aparición de repeticiones, vacilaciones y prolongaciones de sonidos.
¿Qué pueden hacer los padres al respecto?
En la mayoría de los niños, estos balbuceos disminuyen poco a poco hasta remitir totalmente, pero en otros casos continúan e incluso se agravan. De hecho, en estos últimos casos el habla se hace más tensa, aparecen bloqueos musculares al hablar y es posible que respondan a los requerimientos del habla con temor, frustración o desconcierto.
Por eso, es de suma importancia una intervención temprana orientada a los padres y, posteriormente, al niño, derivándolo a un logopeda para que realice un adecuado diagnóstico y se establezcan pautas concretas de actuación para los padres, orientadas a entender el problema, a actuar sobre él y a reducir sus efectos.
En el caso de tratarse de un caso de tartamudez o disfemia, el conocimiento de este trastorno y la comprensión por parte de padres, familiares, especialistas y docentes puede ser suficiente para que el niño con disfluencias se sienta cómodo y tranquilo comunicándose con naturalidad dentro del ámbito familiar y escolar. De esta manera se logrará ayudar a vivir una de las etapas más difíciles para los niños que tartamudean, sentando las bases para convertirlo en un adulto sano y feliz, no condicionado por su disfluencia.
Consejos útiles para hablar con un niño con disfemia:
- Evita hacer comentarios tales como: "habla más despacio", "no te pongas nervioso", etc. Sólo consiguen que la situación de habla se haga más tensa y desagradable.
- Respeta los turnos al hablar. No lo interrumpas cuando hable ni dejes que él interrumpa a los demás.
- No le "ayudes" completándole la palabra ni la frase.
- Háblale con frases cortas y con un lenguaje fácil, adecuado a su edad.
- Formúlale preguntas una a una.
- Mantén el contacto visual y no te avergüences, ni te burles, ni te rías de la situación.
- Cuando hables, utiliza un ritmo pausado y tranquilo.
- Intenta transmitir al niño que lo importante es lo que dice y no cómo lo dice.
- Cuando el niño salga del bloqueo o hable con fluidez, no le digas cosas como "lo hiciste bien", "te felicito, estás hablando mucho mejor". Esto hace que se sienta evaluado cada vez que habla.
- Cuando hables con un niño que tartamudea, comportarte igual que lo harías con cualquier niño. Respétalo. Esta es la "mejor ayuda" que tú le puedes brindar.