La psicología infantil, con frecuencia se compara con la de los adultos. Sin embargo hay que tener en cuenta el nivel evolutivo en el que se encuentra el menor. Según la etapa evolutiva, una misma conducta se podría considerar como normal para su edad o por el contrario se puede apreciar como no adaptativa, necesitando una intervención específica. Por ello, es necesario individualizar la evaluación y tratamiento del menor según sus características, además de contar con los factores predisponentes y precipitantes que influyen de igual forma en la adultez. En este apartado incluimos la población tanto infantil como juvenil, ya que los adolescentes y jóvenes también requieren una intervención considerando la etapa en la que se encuentran. Los trastornos o problemáticas sobre los que intervenimos en el centro son los siguientes:
En este grupo incorporamos los trastornos del espectro autista y los relacionados, además de trastornos específicos del aprendizaje como dislexia, disgrafía o discalculia. Además, se incluye la discapacidad intelectual, para la cual realizamos estimulación sensorial y programas adaptados a las necesidades del/la menor.
Estos hacen referencia a los menores que sufren de enuresis y/o encopresis, haciendo sus necesidades en lugares inapropiados o en momentos donde no debería.
Se incluye el trastorno negativista desafiante y el disocial. Ambos refieren conductas de oposición, negación de la autoridad y mal comportamiento, diferenciándose en el tipo de conductas y gravedad de las faltas.
Se incluye la narcolepsia, insomnio, pesadillas, terrores nocturnos y sonambulismo
En este apartado se hace referencia tanto a problemas de anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastorno por atracón y obesidad, ya sea con población infantil como juvenil. Esto es porque la edad de aparición de este tipo de trastornos puede ser temprana o juvenil. En los más pequeños pueden aparecer trastornos como pica o rumiación. Además, es frecuente la negación a comer ciertos alimentos o tardar demasiado en comer.
Además de los trastornos propios de la población adulta, en este apartado se incluye el trastorno por ansiedad de separación de sus figuras de apego, el cual suele generar un gran malestar en la familia, especialmente cuando se relaciona con la negativa para ir al centro escolar.
Según la etapa evolutiva, ciertos miedos son comunes en la población infantil. Sin embargo, empiezan a ser desadaptativos y problemáticos cuando afectan a su vida diaria o en el ámbito personal, escolar o social.
Aunque no se reconozca como trastorno es importante tener en cuenta la afectación de este acontecimiento en los más pequeños, pudiendo provocar problemas graves a nivel personal, social o académico.
El procedimiento que seguimos en el centro es, en primer lugar, identificar la demanda principal por la que acuden los padres, ya que son los que normalmente demandan la intervención o tratamiento del/la menor. Para ello dedicamos una sesión para evaluar la situación y el contexto en el que se ha desarrollado el problema, recogiendo información del ámbito familiar, el estilo educativo de los padres, rutina diaria del menor, comportamiento en el colegio, rendimiento académico, relación con los demás, con sus iguales y adultos, estado emocional del menor y factores predisponentes y precipitantes que hayan derivado en el problema principal.
Para obtener la información referente al ámbito escolar, nos ponemos en contacto con el centro escolar y sus tutores para que la información sea lo más fiable y objetiva posible.
Una vez el problema está definido y contextualizado, realizamos la intervención más apropiada para cada caso. Según la conducta problema y el nivel de desarrollo del menor, se interviene con él o ella, o con los padres. Se suelen intercalar sesiones con ambos, informando a los padres en todo momento del proceso, mejorías y recomendaciones o pautas para actual en casa.
El número de sesiones también dependerá del caso y problemática de la demanda, intentando siempre garantizar el bienestar tanto del menor como de la familia.